La instalación sonora titulada Memoria de Hierro es un sistema de transductores que hace resonar una muralla de metal, convirtiéndola en una suerte de altavoces expandidos. Esto, debido a que la superficie amplifica las grabaciones de campo que fueron registradas por el artista Félix Blume a través de micrófonos de contacto que fueron colocados en las barricadas policiacas durante las protestas que se realizaron en la Ciudad de México en contra de la reforma energética en 2013. Los sonidos grabados y transformados por el artista son originalmente el resultado de las piedras que los manifestantes usaron para golpear las vallas. La obra se mostró en Ex Teresa Arte Actual, ciudad de México y en el CTM Festival de Berlín en Alemania.

Ficha técnica

La obra titulada Sonoluminimente gira en torno al fenómeno lumínico que sucede en la cavitación del agua, denominado sonoluminicencia -micro destellos lumínicos que ocurren al colapso de burbujas de agua, excitadas por frecuencias ultrasónicas. La sonoluminicencia ocurre por un proceso cuántico del vacío, el cual señala que éste no existe ya que la energía del vacío tiene la capacidad de crear sus propias partículas. Por lo tanto, esta obra que interactúa con el visitante reflexiona sobre la impermanencia y el vacío, ya que con un sistema de electroencefalograma digital mide el estado de meditación del participante traduciéndolo en frecuencias ultrasónicas. Al entrar en meditación, las frecuencias se acoplarán con las necesarias para lograr la sonoluminiscencia. Esta obra se presentó por primera vez en Colombia Bogotá con la colaboración del Dr. Roberto Zenit.

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El proyecto Resiliencia se compone de seis vasijas cerámicas restauradas en la técnica japonesa Kintsugi que denuncian la violencia sexual que se ejerce sobre las mujeres en México. El proyecto se realizó en tres etapas: la primera consistió en la elaboración de vasijas que simbolizaban la matriz, el origen y el mundo femenino; la segunda contó con la participación de seis mujeres que fueron víctimas de violación y que colaboraron con la destrucción de una de las vasijas como acto de liberación y resiliencia. Finalmente, la última etapa consistió en la reconstrucción de las vasijas usando una técnica ancestral japonesa usando materiales como la resina y el polvo de oro para visibilizar las cicatrices. Las vasijas contienen un microsistema sonoro que se activa al acercar las manos a cinco centímetros de las piezas, reproduciendo el sonido de su ruptura.

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