Hablo, luego existo es una composición sonora, exclusivamente para voz y pista electrónica que incluye sonoridades de treinta y dos lenguas nativas del territorio de México procesadas electrónicamente, con textos de Ludwig Wittgenstein. De tal forma que el título de la obra “rinde homenaje a la idea de que, a través del lenguaje hablado, es como los seres humanos adquirimos conciencia del otro y de nuestro lugar en el mundo”. Esta pieza se interpretó en vivo en el Museo Diego Rivera-Anahuacalli, Ciudad de México, con la participación de la soprano Carmina Escobar.