La obra parte de una serie de grabaciones realizadas en la periferia del barrio de Lechería, al norte de Ciudad de México. A su estación llegan los trenes mercantiles desde el sur del país y continúan hacia la frontera norte. En tanto, éste es un paso obligado para arribar a los Estados Unidos, muchos migrantes centro y suramericanos recorren este camino –más de las veces huyendo de la violencia sistemática de sus países de origen—. Para Blume, los viajantes de ‘La Bestia’ (como es popularmente conocido dicho tren) imaginan un viaje, un futuro y un destino inventado. ¿El sueño?, traspasar una frontera que, a su paso, se torna bestial dentro una sórdida polifonía ensoñadora.
El uso de la reiteración de los sonidos metálicos de las vías, de los pasos en la gravilla y de los perros ladrando, junto a la resonancia de los nombres de lugares atravesados por los migrantes, refuerzan la idea de un viaje inscripto en un destino incierto.
*Texto de Andrea Díaz Mattei
